comidas, salud y enfermedad
Durante nuestra estadía en México anduvimos juntos chilenos y argentinos , pues el instituto de Tucumán y el convento dominicano de Santiago de Chile, a través de su grupo de investigadores, éramos co organizadores junto al Instituto Dominicano de Historia de la ciudad de Querétaro.
Paramos en la casa de retiro, donde los chilenos la pasaron mucho mejor pues consiguieron una llave extra y salieron todas las noches hasta la madrugada . Aclaración importante: la mayor parte de ellos eran chicos bien jóvenes. Yo compartí habitación con una historiadora chilena de 25 años llamada Trinidad. Los demás, debimos respetar la norma de la casa y llegar a más tardar a las 21.40 hs porque cerraban y no se podía entrar hasta el día siguiente. Así que, como enfrente había un Wal Mart, comprábamos víveres y hacíamos pic nic en el pasillo a la hora de la cena, mientras charlábamos y sufríamos por la dificultad de acceder al wi fi.
Varias personas se enfermaron del estómago, algunas bastante seriamente. Tuvieron diarrea, vómitos y malestar general. Hubo que llamar médicos, comprar antibióticos, etc.
Yo safé, así que estuve bien a pesar de todo. ME cuidé, hasta me lavé los dientes con agua mineral, por las dudas, pero los demás también lo hicieron y se enfermaron. El médico que vio a Cynthia le dijo que habíamos ido a comer a "la calle de la ameba"...de casualidad la que se enfermó fue ella.
Eso de la comida merece un capítulo aparte. En ese rubro me sentí real y absolutamente extranjera, pero como si en vez de estar en un país de Latinoamérica hubiera estado en otro planeta.
En esos catorce días comí en restaurantes caros, en restaurantes baratos, en el comedor de la Universidad, en casa de familia y NI UNA SOLA VEZ pude comer algo sin preguntar varias veces qué era, como estaba hecho, o algo así. Leer la carta del restaurante era como leer algo en japonés. NAda, absolutamente nada, tenía un nombre que me sonara ni ligeramente conocido. Si veía "pollo" (que si entiendo lo que es), todo lo que venía escrito con pollo era desconocido...un lío. Cuando la comida llegaba, resulta que me gustaba (si antes habíamos logrado convencer a todo el mundo de que , como éramos extranjeros y teníamos varios enfermos no estábamos acostumbrados a la comida tan picante y que además, nos hacía daño). PEro era una tarea complicada...
No es que no sea rica, porque muchísimas cosas me gustaron, pero es una comida tan diferente de la nuestra. Y su costumbre de almorzar entre las 15.30 y las 17 hs también nos tuvo locos, muertos de hambre por momentos y saturados en otros (almorzar a las 16.30 y cenar a las 20 hs es demasiado para mi).
Muchas cosas me gustaron. El pollo al mole me encantó. el guacamole, cuando no estaba exageradamente picante...El "agua de jamaica" (me traje flores de jamaica para preparar acá), el "agua de horchata"...eso de comer tortillas para todo, en las mismas circunstancias en que nosotros comemos pan también me gustó. Y comí unos tacos riquísimos de carne de vaca y de pollo y de todo un poco.
Me llamó mucho la atención que en México las porciones de todo son grandes. En el súper, me llamaba la atención el tamaño de los envases...pero todo es así. Las banderas en los edificios públicos son gigantes y de ahí en adelante, todo. Desde los frascos de yogur hasta las pinturas de su muralista estrella Diego Rivera, pasando por su catedral, el templo azteca anterior a los españoles y el desorden del tránsito en la ciudad capital. Jamás en mi vida había visto un tránsito tan malo. Sobrevivir en la calle es un milagro, cruzar la calle es una aventura. Ni me imagino lo que debe ser manejar. Decía que todo es inmenso, también la riqueza de algunos y la pobreza de otros...y el machismo y el tradicionalismo religioso de muuuuuuuchos mexicanos . ME parece que de la gran mayoría...
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